domingo, 27 de enero de 2008

Los jóvenes militantes del PSOE cambiarán su mensaje a Zapatero si éste gana las elecciones

En lugar de: "No nos falles", le dirán: "No nos folles".

sábado, 26 de enero de 2008

Cuento: El monte del Mecanismo del Reloj

Soy un cooperante español de 28 años que trabajó en Tailandia e Indonesia en los meses posteriores al famoso tsunami del 26 de diciembre de 2004.
Las dificultades allí fueron enormes: todo había sido borrado, casas, carreteras, puentes, por supuesto las cosechas, sustituido por una especie de lodo negro y putrefacto. No había agua potable ni luz; los terrenos afectados habían quedado salinizados y ya no eran fértiles; todas las infraestructuras y los barcos de pesca habían desaparecido.
Reconstruir la existencia a partir de aquel barro oscuro, hecho de muerte, de aquella mordedura del mar, parecía poco menos que imposible. De momento, era cuestión de esconder los cadáveres, amontonados aquí y allá, tratar de evitar epidemias, distribuir agua potable y alimentos y ropas y plásticos para levantar "casas" y promover ciertas medidas de higiene, por otra parte, difíciles de cumplir en aquella situación... Contemplando toda aquella destrucción venían a la cabeza de uno pensamientos que el lector puede imaginarse y que se resumen en una pregunta que se repetía todo el tiempo: "¿Por qué?". Viene a mi memoria un cuento, creo que de la tradición hindú, en que dos campesinos discutían por unas manzanas de un manzano propiedad del primero que habían caído en la tierra del segundo; en esto, pasó por allí un sabio, y le pidieron que mediara en aquel conflicto; y el sabio dijo: "¿Preferís un reparto según la justicia humana, o según las leyes de Dios?". Y los dos campesinos se miraron y dijeron: "Según la ley de Dios". Y el sabio les preguntó: "¿Estáis seguros?". Y ellos respondieron que sí. Entonces el sabio cogió todo el montón de manzanas y se lo dio a uno de los campesinos sin mirar quién era; y otra manzana que había quedado en el suelo se la dio al otro; y hecho esto se marchó.
En la ley de Dios no hay respuesta a la pregunta: "¿Por qué?". Pero no es sobre esto sobre lo que quería hablarles, sino sobre una historia que llegó a mis oídos en uno de los lugares que recorrí en aquellas fechas, y que por su extrañeza y su interés paso a transcribir a continuación:
Sobre una especie de peñasco algo alejado de la aldea que visité, había una cabaña abandonada, que aparentemente no había sufrido los efectos de la desvastación y que según me informaron tenía su historia. Desde abajo no podía observarse, pero parte del techo de aquella cabaña estaba derrumbado. Llamaban a aquel montecillo "del mecanismo del reloj".
Todo empezó con una joven pareja de la aldea que, desde niños, pasaban muchísimo tiempo juntos. Con el tiempo, aquella afinidad se convirtió en amor, y como es natural, pensaron en casarse. Es el caso que la belleza de Nareh, que así se llamaba la chica, se había hecho famosa en los contornos, y esto llenaba a veces de preocupaciones la cabeza de Rajaretnam. Sin embargo, cuando la chica descubría la tristeza en los ojos de Rajaretnam siempre le prometía que ella sólo sería para él, que a ninguna otra persona podría amar en el mundo. "Te lo juro por mi vida", le decía siempre.
El miedo a perderla aumentaba el amor de Rajaretnam, cuyos ojos se llenaban de lágrimas. Aquella belleza que hacía tanto tiempo que admiraba, se había convertido en causa de infinitos temores. A veces se sorprendía a sí mismo pidiendo a Dios que la mujer que amaba no fuera tan hermosa; en aquellos momentos, su dolor aumentaba por la conciencia de su egoísmo. Nareh juraba y perjuraba que le amaba, pero ¿qué sería más adelante? ¿No se daría cuenta antes o después de que él no la merecía? No sólo se consideraba menos agraciado que ella sino que además se avergonzaba de su condición de albañil y de su pobreza.
Así las cosas, siempre posponía el momento de hablar con la madre de Nareh, mujer que le conocía desde pequeñito pero cuyo carácter severo le intimidaba. Rajaretnam se dio un plano de un año en que trabajaría duro y conseguiría en dinero necesario para construirse su propia casa, y así poder presentarse sin temor de su dignidad ante la madre de Nareh. Ocurrió que los acontecimientos se precipitaron, pues tanto se difundió la creciente fama de la hermosura de Nareh, que floreció de repente en su decimisexta primavera, que a su madre comenzaron a lloverle las proposiciones, muchas de ellas suculentas, desde diversos lugares de la comarca.
Y la madre de Nareh, a pesar de que sabía o al menos debía figurarse los deseos de su hija, vino a hacer realidad los temores de Rajaretnam, y decidió que ésta debía casarse con un adinerado comerciante de una aldea vecina, hombre viudo de poco menos de 40 años, de una poderosa familia de los alrededores, cuyos bienes superaban con mucho los del joven pretendiente. Curiosamente, Rajaretnam había odiado siempre a la familia del comerciante, que eran decenas y decenas repartidos por las aldeas vecinas.
La hija se negó repetidamente al mandato de la madre pero, a pesar de las lágrimas que derramó, la madre fue inflexible; y se llegó a una situación en que Nareh no asentía, pero tampoco negaba, o no al menos de palabra, pues con otro lenguaje sí era claro que se expresaban sus ojos, hundidos en la melancolía; y de este modo la boda iba adelante.
En esto, Nareh quiso hablarle a Rajaretnam, dispuesta a todo para detener aquello y cumplir su deseo de pasar el resto de la vida juntos. Pero ya no le fue posible; Rajaretnam había desaparecido. Aquella desgracia hizo posponer la boda tres años. La verdad era que Rajaretnam, al conocer la noticia, había huido desesperado, no pudiendo soportar el dolor, convertido en una especie de marioneta en manos de la desesperación; para lo cual sólo encontró el falso consuelo del movimiento y la huída.
Durante varios meses no se supo nada de él. La familia de Rajaretnam se enemistó con la de Nareh, considerando que eran los causantes de la desaparición de su hijo y que se les había humillado no queriendo casar a Nareh con él. "Ni siquiera me lo había pedido", decía la madre de Nareh. En sus primeras entrevistas con el que, por una mezcla de miedos y silencios, era su prometido, Nareh se mostró fría, sin dirigirle la mirada. Pero tal fue la ira que le mostró la madre cuando lo supo, que desde entonces Nareh se esforzó, a pesar de su dolor y tristeza, por mostrar otra actitud.
¡Cuánto echaba de menos a Rajaretnam! ¿Dónde estaría? ¿Ya no volvería nunca? Al principio, Nareh no podía soportar aquella idea. A veces consideraba la posibilidad de que se hubiera matado por ella, por amor, y se culpaba de todo lo que había pasado. Otras veces dejaba lo que estuviese haciendo y le acusaba en voz baja de haberla abandonado, de huir cobardemente, y el corazón se le llenaba de rencor.
En cuanto al comerciante, lo cierto es que encontraba en sus conversaciones con él un cierto alivio, un consuelo. Él, sabedor de todo lo que había sucedido, intentaba ganarse a Nareh con dulzura y con paciencia; y lo cierto es que conseguía arrancarle de vez en cuando bellísimas sonrisas, aún más hermosas por el contraste con la tristeza y las lágrimas que a veces fluían de sus ojos. Nareh, obligada por su tiránica madre a mirar a los ojos a aquel hombre en aquellas ocasiones, se encontró con unos bellos ojos claros y penetrantes; con unos pómulos muy marcados en contraste con una boca como de mujer, de labios sonrosados y dientes blancos y perfectos; una sonrisa bondadosa; una voz grave y profunda.
Con el tiempo, aquel viejo amor fue mitigándose. Seguía echando de menos a Rajaretnam, aún recordaba con una punzada sus ojos melancólicos, aquella manera de entenderse casi sin palabras entre ambos; pero lo cierto es que con el tiempo comenzó a sentir también un cierto cariño por aquel hombre, un tibio deseo, un afecto dulce e intermitente que, se preguntaba a veces Nareh, ¿no lindaría con el amor?
Pasaron los años y llegó el invierno en que iba a celebrarse la boda. Es el caso que una noche, Rajaretnam, que hasta entonces se había ganado la vida como pescador en un lugar lejos de allí, tratando de olvidar a Nareh, soñó que ésta celebraba su boda con el comerciante y él estaba presente. Rajaretnam era uno de los invitados principales, sentado en las primeras filas, y no podía parar de llorar. Intentaba no hacer ruido para que nadie se diera cuenta, pero cada vez lloraba más y más, y todo el mundo se volvía para mirarle. Rajaretnam despertó bañado en lágrimas, y con una impresión tan viva dentro de sí, que inmediatamente se puso en camino hacia su aldea natal.
Fueron seis días de camino en que durmió poco y apenas comió. Algo le decía que la boda estaba a punto de celebrarse y no iba a llegar a tiempo. Cuando llegó a la aldea vio a unos niños jugando. Los niños miraron a aquel hombre alto y fuerte, con barba, de piel ennegrecida, exhausto, sucio y desastrado. Rajaretnam llamó a uno de aquellos niños, en quien reconoció al hijo de un su vecino, y le preguntó si próximamente había de celebrarse en aquel lugar una boda.
-Mañana se celebra una boda -respondió el niño.
Rajaretnam palideció. Luego le preguntó al niño por el nombre de la mujer que se casaba y el niño respondió que Nareh. Rajaretnam le dio una moneda y le pidió que buscara a la novia y le transmitiese el siguiente mensaje:
"La que jura por su vida lo demostrará en la cabaña cuyo techo está hecho de estrellas".
Nareh caminaba del brazo de su madre cuando vio aparecera aquel niño, que comenzó a gritar, con voz entrecortada: "La que jura por su vida... lo... demostrará en la cabaña... de techo de estrellas..."
Dicho esto, se alejó corriendo para seguir jugando con los otros niños.
-¿Qué dice este crío? -preguntó la madre, clavando sus ojos fríos en su hija.
Ésta se encogió de hombros, pero la madre notó que había palidecido.
El resto del día la observó y la sintió distraída, absorta, dando grandes suspiros. Nareh, por su parte, sufría al notar la mirada inquisitiva de su madre, y temía que con toda seguridad le estaba adivinando los pensamientos. Dentro de su pecho, su corazón que llevaba tres años aprendiendo a resignarse daba gritos terribles de rebelión, que a Nareh le parecía que se oían en todo el pueblo. Todas aquellas tempestades de sus sentimientos que habían permanecido dormidas despartaban ahora bajo el silencio de su piel.
Aquella noche, con los labios llenos de fuego, Nareh escapó en dirección a la cabaña del que hoy se conoce como "Monte del mecanismo del reloj". En un rincón, en el suelo, sobre una vieja esterilla, se hallaba Rajaretnam, sucio, sudoroso, enfermo de fiebre tras aquel largo viaje. Nareh se arrojó sobre él y le llenó de besos. Durante varias horas gozaron el uno del otro. Cuando despertaron, comprobaron a través del hueco del techo que las estrellas ya se estaban apagando y se anunciaban las claridades del amanecer. Intentaron huir, pero era imposible: Rajaretnam estaba muy enfermo; ardía de fiebre; tenía los pies llenos de heridas y ampollas; y apenas podía moverse, de tal manera que determinaron permanecer allí hasta el día siguiente y entonces escapar. Nareh estaba como sumida en un sueño, sin despegar los labios de los labios de Rajaretnam; tampoco él, envuelto en el manto de delirios turbios de la altísima fiebre, era consciente de que la mañana avanzaba y de que seguramente debía estar buscándoles por todo el pueblo. Pero, en un momento determinado, Nareh creyó oír unas voces a lo lejos, y tuvo unos segundos de lucidez en que vio claro que no tardarían en encontrarles y matarles. Entonces comenzó a llorar; y con ella Rajaretnam, que al verla así se acordaba confusamente de su sueño de hacía una semana, y pensaba que finalmente todo debía haber salido mal, a pesar de la felicidad transitoria de encontrarse en ese momento abrazado al cuerpo de Nareh.
-¡Mi amor, mi amor! -decía ésta-, ¿por qué no podemos disfrutar de nuestra felicidad? ¡Oh, ojalá se borrase el resto del mundo, ojalá desapareciese todo! ¡Oh, Dios, llévalos a todos lejos! -gimió con voz patética.
Cuentan que, nada más pronunció estas palabras, el mar avanzó en la zona arrasándolo todo, aunque sin llegar a la cabaña que estaba en alto. Nareh tardó algún tiempo en acabar de desprenderse de todos los velos de irrealidad y darse cuenta de que aquello estaba sucediendo realmente. Entonces, tomó un puñal que había visto entre la ropa de Rajaretnam, y no pudiendo soportar ni un segundo más el peso de creer que sus palabras habían sido las causantes de aquello, se lo clavó en el corazón.
El mar se retiró y Rajaretnam despertó como de un profundo sueño. Se sentía mejor. Se puso en pie y vio a Nareh sobre un charco de sangre negra. De inmediato, se oyó un estruendo horrible: el mar volvía convertido en lodo, arrastrando cientos de cadáveres, muebles, barcas, animales, árboles arrancados, pedazos de casas. No entendía lo que pasaba: creía estar en el páís de los muertos pero aún dentro de su cuerpo. Volvió dentro, contempló el cadáver de Nareh, se arrodilló ante ella, la besó, sintió sus labios todavía un poco calientes, cogió el puñal y se lo clavó violentamente en su propio pecho.
Así fueron encontrados los dos, el uno tendido sobre el otro, al día siguiente, en el único lugar a salvo de la destrucción en los alrededores, el Monte del mecanismo del reloj.

miércoles, 23 de enero de 2008

Aznar, "asombrado" de que Zapatero sea candidato a la Presidencia tras "engañar" sobre la negociación con ETA

El mundo, "asombrado" ante el hecho de que Aznar esté "asombrado" de que Zapatero sea candidato a la Presidencia tras "engañar" sobre la negociación con ETA.

Aznar se muestra "asombrado" ante el hecho de que el mundo esté "asombrado" porque el mismo Aznar se "asombrara" de que Zapatero sea candidato a la Presidencia tras "engañar" sobre la negociación con ETA.

El mundo en general se muestra más "asombrado" todavía ante el hecho de que Aznar, a su vez, se muestre "asombrado", porque el mundo esté "asombrado" de que el ex presidente se "asombrara" de que Zapatero sea candidato a la Presidencia tras "engañar" sobre la negociación con ETA.

Aznar clama de "asombro" ante el mundo en general, ya que éste se ha mostrado "asombrado" ante el hecho de que Aznar estuviera "asombrado" por causa de que el mundo esté "asombrado" de que el ex presidente se "asombrara" de que Zapatero sea candidato a la Presidencia tras "engañar" sobre la negociación con ETA.

El mundo se tira "a la sombra" lleno de "asombro" ante el hecho de que Aznar se "asombre" de que el mundo se "asombrara" de que Aznar sea un "hombre" y el mundo en general se "asombre" de que Aznar se "haya asombrado" de que haya un "asombro" público ante el hecho de que el ex presidente del Gobierno se "hubiese asombrado", ya que el mundo en general, en algún momento desconocido, pero cierto, se ha "asombrado" sin duda de que Aznar se "asombrase", y el que se "asombrara" buen "asombrador" será, ante el hecho de que Zapatero sea candidato a la Presidencia tras "engañar" sobre la negociación con ETA.

Etc.

miércoles, 16 de enero de 2008

Zapatero contraataca

El actual presidente del Gobierno ha anunciado a su vez la creación de una serie de ministerios:
el Ministerio del Frío ("será el Ministerio de la nieve", ha añadido), el Ministerio del Cielo ("el de las nubes, el sol y la luna"), y por último, el Ministerio del Alma ("será el Ministerio de las personas", concluyó).

lunes, 14 de enero de 2008

En busca de una persona

Rajoy ha anunciado la creación del Ministerio de la Familia, que será "el ministerio de las personas". Si gana las elecciones, el presidente del PP pondrá en marcha un casting para buscar ministro.

sábado, 5 de enero de 2008

La doctrina del shock


viernes, 4 de enero de 2008

Estanislaismo

Haciendo limpieza en casa de mis padres, entre miles de papeles inservibles procendentes de la universidad, he encontrado un folleto que el propio Estanislao en persona (en ese momento, evidentemente, no sabía la importancia del encuentro) me dio una mañana (corría el año 2000), bastante pronto por cierto (éste es otro hecho a estudiar: Estanislao estaba repartiendo sus panfletos o folletos aproximadamente a las siete de la mañana) en la entrada de la estación de metro de Pío XII.

Releyendo el folleto (que por supuesto, aunque arrugado, no he perdido desde entonces) he vuelto a sentir el impacto, que ya entonces compartí, que yo recuerde, con Jorge, y algún amigo más. Sí, estoy hablando del Presidente Mundial del Planeta Estanislaista. Cuando poco después he buscado en Internet, para comprobar si Estanislao difunde ahora sus ideas "con cuentagotas" en la Red, he comprobado que, si bien no directamente, sí que hay una legión de seguidores que se han preocupado de transcribir sus ideas y hasta de crear un foro para su difusión.

Gracias a dicho foro (www.estanislaismo.ya.st), he encontrado por ejemplo, una entrevista, que puede servir de introducción a esta grandiosa figura (presidente mundial). Estas son sus últimas palabras en la mencionada entrevista. En próximas fechas, tal vez, intente reproducir el texto de los folletos que conservo.

¿Un mensaje de conclusión?
Que os sigo animando a que luchéis en vuestro trabajo y que todos los panfletos míos que cojáis los difundáis, tenéis toda la libertad para ello. Que los critiquéis y si tenéis alguna propuesta para hacer realizable la igualdad me la digáis. Yo seguiré luchando el tiempo que me queda en este planeta, que me gustaría que fuera eterno. Porque estoy luchando por la vida eterna, aunque sé que no lo voy a conseguir estoy luchando, no sólo por la mía sino por la de todo el mundo.

(Ésta es su dirección: presimundial@terra.es)

Zapatero presenta su nuevo proyecto de Ley Educativa



El cambio afectará a todas las enseñanzas, incluida la nomenclatura. Aprovechando la terminología actual, las enseñanzas Primaria, Secundaria y Universitaria, pasarán a denominarse, respectivamente, ESTO, ESO y AQUELLO.