viernes, 6 de julio de 2007

El público de Madrid




Bueno, el público de Madrid, o por lo menos el público de la zona donde yo estaba, no sólo no bailaba ni gritaba ni enloquecía (lo que supongo que debería ser lo normal cuando tienes delante a estos tipos y sonaban las canciones que sonaban), sino que algunos, incluso, se permitieron el lujo o la osadía (o más bien la imbecilidad) de llamarlos "viejunos". ¡Qué vergüenza y qué escándalo, hombre!

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