miércoles, 11 de julio de 2007

¿Cariño?

A veces, en efecto, el denominador común de las personas de las que uno se enamora puede ser tan sencillo como: "alguien que nos dé cariño". Pero, en nuestras modernas sociedades (en la que quien no es maltratador de los demás lo es de sí mismo), pienso que este problema está cerca de solucionarse. No tardará el día en que el cariño se proporcione en las farmacias y parafarmacias del mundo entero (evidentemente sin receta médica), con una especie de dosificador, al modo del Ventolín. "Cariñón", podrá llamarse. Falta saber si habrá, al igual que éste, que aspirarlo por la boca, o bien tendremos que inoculárnoslo por la nariz, o habrá que echarse unas gotitas en los ojos. O metérnoslo en el culo. En Estados Unidos (es decir, en el mundo entero, cuando hayan acabado de conquistarlo) lo guardaremos debajo de la almohada, junto al revólver (por supuesto, cargado y a punto de disparar). Y lo cogeremos y nos los inocularemos en... ahí mismo, a mitad de la noche, ebrios de melancolía. Ojo con las sobredosis. Luego nos pondremos un termómetro de autoestima (también en el culo) y, cuando veamos que el mercurio ha sobrepasado la línea roja, nos dormiremos tranquilos, ya a salvo del insomnio. O bien, cogeremos el revólver y saldremos afuera a disparar a la Luna; si tenemos suerte de que esa noche hay Luna (ójala sea Luna llena), y si las contaminaciones de todo tipo (lumínica, onírica, industrial, poluciones nocturnas) nos permiten verla, o al menos intuirla.

1 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Nada como el amor propio, amigo.

11 de julio de 2007, 15:33  

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio