lunes, 30 de marzo de 2009

EQUÍVOCOS


Yo maldigo esas reuniones de profesores en que estos (nosotros) se dedican (nos dedicamos) en tono afectado y displicente a criticar a aquellos que constituyen lo único bueno de esta profesión, esto es, los chavales (y no criticando a quien seguramente sí lo merece, a los inspectores, a la Administración, quizá también algunos padres y algunos compañeros). Que no saben leer, se dice, y no se enteran, que son groseros (los adultos, por lo visto, no), que no valoran los estudios ni el esfuerzo…

Hace poco, en el vestuario de la piscina de mi pueblo, escuché una conversación en la que se hablaba de un informático que, harto del mezquino sueldo que ganaba, dejó su profesión y ahora trabaja de basurero ¡y gana bastante más!

¿Son, en fin, culpables los chicos de no valorar los estudios? ¿No lo seremos nosotros más bien, que hemos tolerado sin quejarnos a la mafia universitaria, a la mafia empresarial? ¿No lo será en todo caso una sociedad grotesca como la que bonitamente les dejamos en herencia?

Echarle la culpa a los chavales de la vergüenza mundial es como culpar a las televisiones de la basura con que nos obsequian; obviando que hay varios millones de cretinos que son espectadores ávidos de la misma. O como culpar al cuchillo mismo o a la carne que sangra y no a la mano que ejecuta.

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